“Esta circunstancia protocolaria, que le permitiría a nuestro director local contar toda su vida, por los cafés de la ciudad, que había dirigido la Sinfónica de Viena, por ejemplo, me hacía pensar a mí en la ya vieja verdad de los lingüistas, según la cual nosotros no hablamos una lengua, sino que la lengua habla a través de nosotros.
El idioma es el río que nos lleva.
La gran orquestación de una lengua como el castellano, en la que aún se escuchan las trompetas latinas, y hasta el caramillo griego, más el entrechocar de espadas barrocas, no puede ser reconducida por ningún hombre, por ningún escritor. Escritor no es el que reordena el mar a su manera, cosa imposible, sino el que sabe echarse en la corriente del idioma, en las mareas de la lengua, y dejar que le atraviesen en todas direcciones. De ese naufragio debe hacer su cántico.” (Francisco Umbral, El hijo de Greta Garbo)